lunes, 4 de junio de 2012

Reseña en Espada y brujería


Reseña para el portal Espada y brujería
Escrita por Velkar (Roberto Redondo Velkar)


Un año después de su publicación, al fin podemos ofreceros reseña para esta singular novela, número cinco de la famosa colección Excálibur Fantástica, publicada por la editorial Grupo AJEC. Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena. Esperemos que sea el caso.
Como casi todos los títulos de la citada colección, se trata de la primera novela del autor que la firma, Óscar Bribián. Antes de introducirnos en otro tipo de consideraciones decir que, siendo como es una prueba de fuego la Opera Prima de cualquier autor novel, Óscar la salva con buena nota, por lo que os sugiero que apuntéis su nombre con letras grandes y a la vista, porque supongo que tendrá que darnos aún muchas y grandes alegrías en el futuro.
Raazbal se convierte desde el comienzo en una historia que, dentro del marco argumental donde suele encuadrarse a la fantasía épica más clásica, contiene un toque llamativo y original: no nos encontramos en el interior de un nuevo planeta imaginario al que rodean dos (o más) lunas, poblado por el consabido elenco de especies y razas feericas enclaustradas en la eterna lucha entre las Deidades del Bien y las del Mal. El mundo que Óscar nos regala se ubica en nuestra vieja amiga La Tierra, concretamente en la Europa profunda del medievo más recalcitrante (el término no pretende ser peyorativo, que conste). Arasca se asemejaría, salvando las distancias, a una Atlántida que en realidad no hubiera desaparecido sino que, como la película de Disney imaginara hace ya unos cuantos años, sobreviviera en secreto en el fondo más insondable de alguno de los océanos conocidos. Este planteamiento inicial me conquistó, lo reconozco; es una sensación extraña, cuando llevas leídas más de treinta novelas de fantasía épica en los últimos dos años, reconocer a los protagonistas de la novela hablando del Dios de los cristianos o llevando por nombres los mismos que los de mis vecinos de al lado. Sensación extraña pero agradable, que quede claro.

Otro de los puntos fuertes de la novela es el estilo, un estilo consistente, maduro, serio. Sin aspavientos pero valiente, descriptivo. Sin faltas, sin gazapos, pulido y trabajado. En este sentido no existe ningún “pero” que poner, como tampoco puede hacerse en lo referente a la edición y a la maquetación de AJEC. Supongo que habrá quien piense que estas cuestiones son de Perogrullo y que no deberían tener cabida en una reseña que se precie de ser seria. Pero, amigos, desgraciadamente se trata de una materia que cada vez es más necesario tener en cuenta, pues parece ser que la crisis económica también está afectando a gran número de editoriales, que tiran de campaña de ahorro deshaciéndose de su equipo de correctores. Aunque eso es harina de otro costal.
Me han gustado bastante también las citas al comienzo de cada capítulo, sobre todo por su alto aporte de información transversal a la historia y por sus, en algunos casos, fuertes dosis de lirismo.

En cuanto al argumento y a los personajes, desgraciadamente no puedo decir lo mismo. A Raazbal, según mi humilde criterio, le pasa una cosa muy curiosa: tiene los ingredientes para haber sido o bien una novela bastante más corta, o bien otra mucho más larga. Me explico: Los personajes se presentan interesantes, así como la trama, pero el tratamiento de ambos se queda un poco cojo. Con lo cual yo aportaría las dos soluciones que comenté más arriba. O eliminamos algunos pasajes que en realidad no contribuyen demasiado a lo que es la historia central, aquella que más interesa, o bien ampliamos el espectro de personajes y desarrollamos más y mejor las “subtramas”. 
Esa es la sensación que me ha quedado. Y entre las dos soluciones creo que la mejor habría sido la segunda. Por mucho que nos quejemos de que en el fantástico se abusa demasiado de sagas interminables, yo abogo y seguiré siempre abogando por ellas. Creo que las historias que surgen de esos nuevos mundos imaginados llevan implícitas, en la mayor parte de los casos, la necesidad de ser desarrolladas con calma, a fuego lento. Es importante que el lector se empape con ese novedoso universo, que conozca a fondo sus peculiaridades, las de los personajes que lo pueblan. A Raazbal no le da tiempo a mostrarnos todo eso. Da la sensación de que el autor tenía prisa por acabar, y eso nunca es bueno.
En todo caso, y aunque ya se sabe que cualquier opinión es subjetiva (por eso es opinión), no puedo dejar de recomendaros que le echéis el guante, porque estas sensaciones de las que hablo son demasiado personales. Desde luego, si estás loco por pillar una novela fantástica auto-conclusiva que no te deje en ascuas a la espera de subsiguientes continuaciones, Raazbal es tu libro.
Que la disfrutes. 

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