Reseña para el portal Espada y brujería
Escrita por Velkar (Roberto Redondo Velkar)
Un año después de su publicación, al fin
podemos ofreceros reseña para esta singular novela, número cinco de la famosa
colección Excálibur Fantástica, publicada por la editorial Grupo AJEC. Dicen
que nunca es tarde si la dicha es buena. Esperemos que sea el caso.
Como casi todos los títulos de la citada
colección, se trata de la primera novela del autor que la firma, Óscar Bribián.
Antes de introducirnos en otro tipo de consideraciones decir que, siendo como
es una prueba de fuego la Opera Prima de cualquier autor novel, Óscar la salva
con buena nota, por lo que os sugiero que apuntéis su nombre con letras grandes
y a la vista, porque supongo que tendrá que darnos aún muchas y grandes
alegrías en el futuro.
Raazbal se convierte desde el comienzo en una
historia que, dentro del marco argumental donde suele encuadrarse a la fantasía
épica más clásica, contiene un toque llamativo y original: no nos encontramos
en el interior de un nuevo planeta imaginario al que rodean dos (o más) lunas,
poblado por el consabido elenco de especies y razas feericas enclaustradas en
la eterna lucha entre las Deidades del Bien y las del Mal. El mundo que Óscar
nos regala se ubica en nuestra vieja amiga La Tierra, concretamente en la
Europa profunda del medievo más recalcitrante (el término no pretende ser
peyorativo, que conste). Arasca se asemejaría, salvando las distancias, a una
Atlántida que en realidad no hubiera desaparecido sino que, como la película de
Disney imaginara hace ya unos cuantos años, sobreviviera en secreto en el fondo
más insondable de alguno de los océanos conocidos. Este planteamiento inicial
me conquistó, lo reconozco; es una sensación extraña, cuando llevas leídas más
de treinta novelas de fantasía épica en los últimos dos años, reconocer a los
protagonistas de la novela hablando del Dios de los cristianos o llevando por
nombres los mismos que los de mis vecinos de al lado. Sensación extraña pero
agradable, que quede claro.
Otro de los puntos fuertes de la novela es el
estilo, un estilo consistente, maduro, serio. Sin aspavientos pero valiente,
descriptivo. Sin faltas, sin gazapos, pulido y trabajado. En este sentido no
existe ningún “pero” que poner, como tampoco puede hacerse en lo referente a la
edición y a la maquetación de AJEC. Supongo que habrá quien piense que estas
cuestiones son de Perogrullo y que no deberían tener cabida en una reseña que
se precie de ser seria. Pero, amigos, desgraciadamente se trata de una materia
que cada vez es más necesario tener en cuenta, pues parece ser que la crisis
económica también está afectando a gran número de editoriales, que tiran de
campaña de ahorro deshaciéndose de su equipo de correctores. Aunque eso es
harina de otro costal.
Me han gustado bastante también las citas al comienzo de cada capítulo, sobre
todo por su alto aporte de información transversal a la historia y por sus, en
algunos casos, fuertes dosis de lirismo.
En cuanto al argumento y a los personajes,
desgraciadamente no puedo decir lo mismo. A Raazbal, según mi humilde criterio,
le pasa una cosa muy curiosa: tiene los ingredientes para haber sido o bien una
novela bastante más corta, o bien otra mucho más larga. Me explico: Los
personajes se presentan interesantes, así como la trama, pero el tratamiento de
ambos se queda un poco cojo. Con lo cual yo aportaría las dos soluciones que
comenté más arriba. O eliminamos algunos pasajes que en realidad no contribuyen
demasiado a lo que es la historia central, aquella que más interesa, o bien
ampliamos el espectro de personajes y desarrollamos más y mejor las
“subtramas”.
Esa es la sensación que me ha quedado. Y
entre las dos soluciones creo que la mejor habría sido la segunda. Por mucho
que nos quejemos de que en el fantástico se abusa demasiado de sagas
interminables, yo abogo y seguiré siempre abogando por ellas. Creo que las
historias que surgen de esos nuevos mundos imaginados llevan implícitas, en la
mayor parte de los casos, la necesidad de ser desarrolladas con calma, a fuego
lento. Es importante que el lector se empape con ese novedoso universo, que
conozca a fondo sus peculiaridades, las de los personajes que lo pueblan. A
Raazbal no le da tiempo a mostrarnos todo eso. Da la sensación de que el autor
tenía prisa por acabar, y eso nunca es bueno.
En todo caso, y aunque ya se sabe que
cualquier opinión es subjetiva (por eso es opinión), no puedo dejar de
recomendaros que le echéis el guante, porque estas sensaciones de las que hablo
son demasiado personales. Desde luego, si estás loco por pillar una novela
fantástica auto-conclusiva que no te deje en ascuas a la espera de
subsiguientes continuaciones, Raazbal es tu libro.
Que la disfrutes.
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